Aún antes de ser una operación de discernimiento, de verificación, de búsqueda en conjunto, de programación, «el Capítulo general es ante todo una epiclesi una invocación en acto, a fin que el Espíritu sea en ustedes y entre ustedes presencia que inspira, capaz de abrir los corazones y las mentes, para hacerlas dóciles, deponiendo en ellas su fruto que es «amor fraterno, alegría y paz» (Gal 5,22)».
Así ha exhortado el P. Edoardo Scognamiglio, franciscano conventual, nuestro guía en el camino de los ejercicios espirituales, que desde esta mañana hemos comenzado a recorrer en compañía de algunos testigos: la Samaritana, Joel, Jeremías, Pablo y su discípulo Timoteo…
El telón de fondo, pero también el horizonte, de las meditaciones del P. Edoardo es la fe, hoy escrutada como «encuentro vehemente, apasionado y al mismo tiempo dramático» con el Amor: una experiencia que cambia la vida y «humaniza el mundo a partir de nosotros mismos».
Todo parte de la «sed» de Jesús, por la cual dejarnos invadir y provocar, porque sin ella ¡no vamos a ninguna parte!».
Era muy consciente don Alberione, que ha hecho de la sed de Dios su misma sed, tanto de desear hacerse todo para todos, como Pablo, y de llevar el Evangelio, la buena noticia que es Jesús, hasta los extremos confines de la tierra.
El primer día de ejercicios está llegando a su fin. Lo hemos pasado serenamente, dedicándonos a la ocupación principal de estos días: «perdernos» en el encuentro con el Amor «dejando nuestros cántaros, o sea todas las seguridades con las cuales hemos llegado aquí, para abandonarnos a la voluntad del Padre, escuchar la voz del Hijo y dejarnos guiar sobre los nuevos caminos de la evangelización por el Espíritu Santo».
Gracias por su presencia orante y solidaria. El texto de la meditación del Padre Scognamiglio puede descargarse del sitio del Capítulo.
Ariccia, 16 de agosto de 2013