A primera vista puede aparecer singular, la referencia a Joel, el profeta del irresistible «día del Señor», en compañía del cual hemos recorrido esta segunda jornada del camino de los ejercicios. En realidad, Joel es mensajero de una buena noticia: Dios, fiel siempre a su alianza, se hace cercano a su pueblo, y de hecho, su presencia en la historia humana es como el amanecer que sigue apareciendo, como la primera luz del día.
La condición humana, irrenunciable, para que esto suceda es la conversión, el regreso a Él con todo el corazón, «desde el centro de nuestros pensamientos y sentimientos, desde las raíces de nuestras decisiones, elecciones y acciones, con un gesto de total y radical libertad, asumiendo el compromiso decisivo de «seguir el camino que Dios ha trazado para nosotros… sin intentar otras rutas o refugiarse en falsas seguridades o ídolos».
Sólo de esta manera el Espíritu creador y dador de vida puede encender el día nuevo, aquel en el cual tomarán rostro y consistencia las novedades de Dios.
El mensaje de Joel es un apremiante llamado, para nuestro hoy, a no perder el sentido escatológico de la fe, es decir, a creer plenamente que el nuevo día ya está en el horizonte, que «una vez más «el Señor hace nuevas todas las cosas» y nos muestra un futuro pleno de fecunda esperanza», como hemos escrito en el Instrumento de trabajo.
Las señalaciones del Capítulo general han encendido una nueva luz…
Ariccia, 17 de agosto de 2013