Corazones apasionados e incansables

     Les parecerá extraño, pero aún estando reunidas en una sala a puertas cerradas, desde ayer por la tarde, estamos viviendo uno de los más extraordinarios viajes para el descubrimiento de países y continentes, pueblos y culturas, idiomas y tradiciones, proyectos apostólicos y misioneros que tratan de hacer resonar con creatividad y tenacidad el Evangelio en cada rincón del planeta.
     Hoy sólo una palabra puede sintetizar cuanto estamos viviendo y compartiendo: PASIÓN.
     Porque es la pasión por Dios y por los hombre y mujeres de este tiempo, la que mueve el corazón de la apóstol. Es la pasión la que da sentido a cada sacrificio y renuncia. Sólo la pasión impulsa la voluntad, reaviva la esperanza, transforma los sueños en realidad y permite abrazar a los pueblos y compartir la más grande de las riquezas: Jesucristo.
     Pasión que proyecta y realiza, que espera y discierne, que incansablemente estudia cómo hacer vivir el Evangelio en cada cultura, pasión que llora y sufre cuando, siendo pocas, no se logra a responder a los pueblos que llaman.
     Si es verdad, que en estos dos días, estamos recorriendo todo el mundo para captar los varios aspectos de vida paulina, es también verdad que estamos haciendo resonar los motores, preparándonos a los trabajos a los cuales un Capítulo está llamado. La Comisión Central, por lo tanto, ha confiado cometidos precisos a algunas hermanas Capitulares, referentes al equipo de redacción de los textos sobre los cuales la asamblea será llamada a trabajar, equipos de información ad intra y ad extra, equipos de lectura y aprobación de las actas y finalmente, equipos para la preparación de momentos de fraternidad y fiesta. Como decir… ¡en un Capítulo se trabaja duro!
     Sabemos que son muchas las comunidades de hermanas y hermanos que nos están acompañando con la oración. Además de agradecer a todos/as, hoy queremos dar un gracias especial por todas las hermanas ancianas y enfermas que están ofreciendo su enfermedad y sufrimiento por la fecundidad de este tiempo importante para nuestra Congregación.

Ariccia, 26 de agosto de 2013

 


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